jueves, 29 de agosto de 2013

El Victimismo: La Costumbre de Culpar


Por: J. Carlos Fernández



Cada día en cada decisión, las personas asumen una entre dos posiciones, que dan curso a lo que será su éxito o su fracaso: vivir como responsables o vivir como víctimas, es decir, culpar a otros de lo que les sucede o asumir que lo que recogemos se debe a lo que sembramos. Por razones de biología, los humanos, tenemos recursos que nos permiten relacionarnos con el mundo de manera muy particular. Cuatro de esos recursos cuya forma de utilización afectan nuestra vida en distintas áreas, son: el lenguaje, la interpretación, la memoria y la imaginación. Detallemos:

El lenguaje, se aprende en sociedad, está limitado por la forma de cultura que aprendemos y nos permite darle nombre a personas, objetos y situaciones. Si no disponemos de un nombre para expresar situaciones o experiencias podemos sentirnos confundidos. También el lenguaje nos permite usar esos nombres asignados para describir lo que experimentamos, aunque las describamos prejuiciado por aprendizajes previos. La interpretación la hacemos con pensamientos o verbalizaciones y consiste en darle sentido racional a las cosas, opinar sobre ellas, descifrar lo que significan en nuestro código personal.

En cuanto a los otros dos recursos, la memoria y la imaginación, diremos que la memoria, facultad superior vinculada al cerebro, nos permite almacenar y recordar experiencias e interpretaciones, mientras que la imaginación sirve para pensar en lo que no existe y visualizar cómo será o sucederá.
Estos cuatro recursos los usamos para conformar una opinión compleja acerca de nosotros, que conocemos como la autoimagen, base, por cierto, de toda nuestra actuación social. Esa autoimagen surge de acuerdo con la forma como hemos sido tratados, lo que hemos experimentado, como hemos interpretado nuestras experiencias y las consideraciones que hacemos sobre lo que podemos o no, hacer, lograr y disfrutar. Se habla de autoimagen negativa o positiva, si la manera de percibirnos es favorable o desfavorable, lo cual repercute en toda nuestra autoestima.

Esa autoimagen la fortalecemos y protegemos férreamente, la mayoría de las veces sin notarlo, a través de varios mecanismos de defensa entre los cuales mencionaré únicamente el de proyección. La proyección, concepto utilizado en principio por Sigmund Freud, sugiere que las personas recurren a la estrategia mental de colocar afuera, en el mundo exterior, algo que realmente les pertenece o es creación. Es una operación mental a través de la cual la persona se niega a responsabilizarse por una experiencia o situación causada o vivida por ella, y la coloca como causada por otras personas o cosas. Aquí, se da origen, cuando se hace habitual, a lo que podríamos denominar la personalidad de víctima.

La personalidad de víctima o el victimismo, consiste entonces en defenderme de posibles situaciones de malestar, a través del no reconocimiento y proyección externa (hacia otra persona o cosa) de determinada situación. Si una persona llega tarde al trabajo, dirá que la causa es el tránsito automotor, la lluvia, alguna otra persona o cierta eventualidad. No pensará que la tardanza se debe a que no se organiza, a un hábito que no ha notado que tiene, al mal cálculo del tiempo, o a una protesta metafórica que hace contra el jefe, el trabajo o la empresa.

Aunque es una realidad frecuente la existencia de personas que se sienten poderosos y privilegiados y que se aprovechan de su rol o su capacidad para imponer conductas y métodos abusivos en contra de otros menos privilegiados en lo político, lo económico o lo social, también lo es que la existencia de quienes se sirven del victimismo para ganar atención o compasión. Estos se muestran débiles y maltratados para encontrar el apoyo de otros y evitar tener que realizar los esfuerzos que su situación de vida, natural o adquirida les impone.

Una forma rabiosa de victimismo, consiste en molestarse por que otros no son como nosotros o como deseamos que sean. En estos casos la tendencia es a atacarlos, acusarlos, etiquetarlos para dañarlos moral, emocional o físicamente. Esta demostración de intolerancia excluyente, que por inconsciencia e ignorancia espiritual, suele verse amparada por ideologías y credos que ocultan lo que en realidad no es más que simple y llana conducta patológica.

Todos hemos actuado desde como víctima: niños, jóvenes, adultos y ancianos, hombres y mujeres, negros, indios y blancos, pobres, ricos. No hay excepción a esta regla y la razón es que, salvo algunos privilegiados, las personas no conocen la forma como funciona su mente, como crean una realidad falsa basada en pensamientos irracionales que generan conflictos y sufrimiento. ¿Y cuáles serían las soluciones?

1- Acepte que suele vivir desde una posición de víctima, sin negarlo o evadirlo.
2- Decida vivir desde una nueva posición mental, la responsabilidad de causa, lo cual consiste en aceptar que en alguna medida y a veces totalmente, es usted responsables de cuanto ocurre y acepta que ocurra en su vida. Pregúntese: ¿Qué estoy haciendo para que esto me este sucediendo?
3- Acepte la nueva premisa de que usted no reacciona ante los eventos, situaciones o personas, sino a su interpretació n u opinión acerca de ellos. No es lo que hacen sin lo que usted considera que deberían o no deberían hacer, lo que le afecta.
4- Descubra la lista de personas y excusas que tiene para victimizarse.
5- Manténgase alerta y relajado, para evitar reaccionar automáticamente.
6- Pida a una persona cerca que le indique si se está victimizando.
7- Algún amigo cercano o pareja que le muestra cuando se victimiza.


Publicado en Buscadores de la Luz.


miércoles, 21 de agosto de 2013

Intentar suprimir un pensamiento es la mejor manera de que este pensamiento regrese una y otra y otra vez a nuestra consciencia...

 
Un fenómeno que todos hemos experimentado es el siguiente...
...mañana tenemos un gran día por delante, ya sea un viaje, un examen o cualquier otro evento importante, y necesitamos descansar, queremos descansar lo antes posible. Esa noche, a las tres de la mañana, estamos más despiertos y alertas que cualquier otro día, maldiciendo por lo bajo e intentando lograr al menos un par de horas de sueño.

Quizá haya un consuelo en saber que no estamos solos en esto...
Gross y Borkovec (1982)
...encontraron que instrucciones dirigidas a dormirse cuanto antes hacen que los sujetos tarden más en dormirse, hallazgo replicado por Wegner y sus colaboradores (1993).
El fenómeno inverso también ha sido observado: indicar a las personas con insomnio que permanezcan despiertas puede ayudarlas a dormir (Ascher y Efran, 1978), y tampoco es desconocido para nosotros el fenómeno de empezar a cabecear o quedarnos dormidos cuando estamos prestando atención a algo importante (como por ejemplo, la lectura de este artículo), aunque aún hay poca investigación sobre el particular.

Más frecuentemente de lo que quisiéramos, los intentos de controlar algunos eventos de nuestra mente resultan en un tiro por la culata: todos conocemos la desesperante experiencia de acostarnos a dormir, sólo para encontrarnos a las dos de la mañana acostados en la cama con los ojos abiertos de par en par, pensando “tengo que dormirme”. Lo mismo nos suele suceder cuando queremos dejar de preocuparnos, concentrarnos en algo, quitarnos el mal humor, distraernos de un dolor físico, ser humildes, relajarnos, no ser prejuiciosos, etc.: una y otra vez nos encontramos haciendo exactamente aquello que intentábamos evitar.

La literatura que da cuenta de estos fenómenos los denomina “procesos irónicos” (Wegner, 1994). Básicamente, la teoría dice que los procesos que obstaculizan el control intencional de los estados mentales son inherentes a ese mismo control. Dicho de otro modo, los intentos de control de las experiencias internas están condenados a fallar precisamente por la manera en que funcionan, y estos intentos de control no fallan de cualquier manera, sino generando exactamente lo opuesto a lo que se quiere controlar.

En palabras de Wegner: “no es sólo que cometemos errores, sino que una gran parte de ellos caen en una categoría especialmente grave: el error precisamente contra-intencional”. Es ese tipo de error que nos hace decir exactamente lo peor que podríamos decir en una situación social.

Los errores suceden, pero es llamativo que este tipo de error suceda con tanta frecuencia. No sólo perdemos el control sobre lo que queremos decir o pensar, sino que surge su exacto opuesto (su “reverso irónico”, como lo llama Wegner). Hay muchos ejemplos de esto en la vida cotidiana: apenas se empieza con una dieta, no podemos evitar que nuestra mente se llene con pensamientos de comida; llamamos a nuestra nueva pareja con el nombre de nuestra pareja anterior, no podemos dormir cuando intentamos hacerlo, etc.

Para que surjan los procesos irónicos deben cumplirse una serie de condiciones previas:

La persona debe intentar activamente controlar el contenido; no basta con querer controlar, sino que se requiere un esfuerzo activo por controlar.
El contenido a controlar debe ser controlable en principio. Esto excluye cosas como ser más creativo, ser más inteligente, ser más saludable.
Los procesos irónicos se hacen más visibles en cuanto aumenta el estrés al cual está sometida la persona. Cualquier estrés o carga mental extra aumenta la expresión de los procesos irónicos.
Los procesos irónicos se manifiestan más frecuentemente cuando el resultado que se busca es la ausencia en lugar de la presencia de un contenido mental: es más probable que surjan bajo un “no pienses en…”, que bajo un “pensá en…”. Dicho de otro modo, la aparición de procesos irónicos aumenta cuando el objetivo es suprimir un contenido interno y disminuyen cuando el objetivo es crear un contenido interno.

Las investigaciones sugieren que los intentos de suprimir pensamientos, de concentrarse, de controlar el estado de ánimo, de dormir, de relajarse, etc., no solo pueden fallar, sino que, cuando se añade presión o estrés a la tarea, pueden producir efectos diametralmente opuestos a los deseados.

Si consideramos los diagnósticos más frecuentes en la clínica, veremos que muchos de ellos involucran intentos de controlar de alguna manera contenidos internos: el trastorno de ansiedad generalizada se define por la incapacidad de controlar la preocupación, las personas con trastorno obsesivo compulsivo sufren de pensamientos indeseados persistentes, las personas con diagnóstico de estrés postraumático intentan no recordar el evento traumático y controlar su malestar, etc. A tal punto está presente este fenómeno en la psicopatología que ha recibido nombre propio: evitación experiencial (Hayes et al, 1996), definida como intentos de controlar o reducir contenidos internos (emociones, pensamientos, recuerdos, sensaciones, impulsos de acción), o las situaciones que los disparan. Un gran número de investigaciones ha encontrado que la evitación experiencial funciona como mediador en gran parte de los trastornos psicológicos más habituales en la clínica.

La literatura sobre los procesos irónicos y su equivalente psicopatológico, la evitación experiencial, sugiere consistentemente que tenemos menos control sobre nuestros estados internos justamente cuando más lo necesitaríamos. Podemos controlar nuestra preocupación cuando es poco importante, pero cuando el tema de la preocupación es vital o cuando la preocupación en sí se transforma en una carga, intentar no preocuparse puede disparar justamente el efecto contrario. Intentar no experimentar una emoción, como por ejemplo celos, puede ser posible mientras no haya perturbación extra y los celos no sean tan intensos, pero cuando estamos estresados, o si los celos mismos son lo suficientemente intensos, intentar controlarlos puede provocar una escalada. Para las personas que llegan a terapia (cosa que suele suceder cuando el malestar es significativamente alto y cuando han fallado las estrategias habituales), ofrecer más estrategias de control y reducción del malestar quizá no sea la mejor alternativa. Pero si los procesos irónicos están firmemente establecidos, tampoco resulta útil ignorarlos o hablar de otro tema, ya que esto podría empeorar la situación.

En los últimos años, consistentemente con estas investigaciones, ha surgido un número de terapias que no emplean estrategias de control, sino de aceptación para lidiar con los trastornos que surgen como consecuencia del fallo de las estrategias de control. Estas terapias (llamadas “terapias de tercera ola”), no ponen el foco del tratamiento en la reducción de los síntomas, sino más bien en la ampliación del repertorio conductual, en enriquecer la calidad de vida, permitiendo así reducir la energía y el tiempo dedicado al control de las experiencias internas y redirigirlos hacia objetivos vitales importantes, más amplios. Además de esto, se enseñan y practican nuevas habilidades para lidiar con las experiencias internas, habilidades que reemplacen los intentos inefectivos de control.

Dentro de estas terapias encontramos ACT (terapia de aceptación y compromiso), DBT (Terapia dialéctico conductual), MBCT (terapia cognitiva basada en mindfulness), Activación conductual, entre muchas otras. Una tendencia que puede parecer paradójica en la eficacia de algunos de estos modelos basados en aceptación es que parecen funcionar mejor con los pacientes que experimentan mayores niveles de malestar. Pero a la luz de las investigaciones aquí revisadas, quizá no sea tan paradójico esto: los intentos de control de las experiencias internas fallan espectacularmente cuanto mayor es el nivel de estrés.

A la luz de esto, encontramos una nueva sabiduría en este extracto de la conocida “plegaria de la serenidad”,
concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar, y la sabiduría para conocer la diferencia.

De acuerdo con lo que hemos estado viendo, las cosas que no podemos cambiar (al menos, no de manera muy efectiva), incluyen los estados internos, emociones, recuerdos, pensamientos,etc., mientras que las cosas que sí podemos cambiar son nuestras acciones.
Quizá, al disminuir el control que aplicamos sobre nuestras emociones y pensamientos, podamos hacer espacio para ganar en el control de nuestras acciones.

http://psyciencia.com/2013/05/19/el-tiro-por-la-culata-cuando-controlar-pensamientos-y-emociones-resulta-contraproducente/

La analogía del jardinero. La ayuda de un Psicólogo.

Hasta que puedas ver por ti mismo, clara y constantemente, lo que en realidad eres, tienes que depender de las evaluaciones de tu maestro; como la comparación que hace Rumi del jardinero:

“Un jardinero entra a un huerto mirando los árboles. Sabe que éste es un datilero, que ésa es una higuera, ese otro un granado, un peral o un manzano. Para hacerlo, no tiene que ver la fruta: sólo los árboles”.

jueves, 15 de agosto de 2013

Cuentos infantiles para educar contra el miedo a niños miedosos


 
 
  1. Pablo no quiere estar solo. Roser Rius
  2. Miedo a todo. Anatxu Zabalbeasco
  3. Marcos ya no tiene miedo. Roser Rius
  4. Algunos miedos. Ana María Machado
 
 

Consejos que te ayudarán a ti y a tu hijo a que superéis juntos al miedo


 

- No asuste a tu hijo con historias de ogros, de fantasmas, de brujas, etc., principalmente antes de acostarle. Tienes que decirle que estos personajes solamente existen en los cuentos y películas…
- No te rías de los temores que tu hijo expresa. Si ridiculizas o te burlas de su miedo disminuirá su confianza. Frases como “No seas tonto”, “Niños como tú no deben tener miedo de eso” o “No tienes vergüenza de tener estos miedos”..., no contribuirán para disminuir el temor que él siente. Al revés, le desanimará a compartir sus temores contigo.

- No transmita más miedo a tu hijo del que ya tiene. Él necesita tener tu seguridad y confianza. No ignore sus miedos. No le mienta, por ejemplo, diciéndole que una inyección no le dolerá o algo parecido. Si mientes sobre una situación de miedo le producirá más temor. Ayúdale a prepararse para enfrentar la situación con la verdad y con honestidad. Si tu hijo tiene miedo de irse al colegio, oiga sus razones, llévalo de visita a la escuela, enséñale su clase y habla sobre lo mucho que va a aprender allí.

-  No obligues a tu hijo a pasar situaciones que él teme. Los miedos no se superan enfrentándose a la situación de una vez por todas. En lugar de ayudar, algunas veces esto intensifica el miedo. Tu hijo tiene el derecho de acostumbrarse poco a poco a situación que él teme. No le obligues ver una película de la cual él tiene miedo, o que acaricie a un perro que no le gusta.

- No transmita tus temores personales hacia tu hijo. Si tienes miedo a las arañas y lo verbalizas tu hijo puede sentirlo. La forma en que enfrentas tus propios miedos le da a tu niño el patrón a seguir para enfrentar situaciones similares.

- No le llames  cobarde o “niño chico” si se muestra temeroso ante cualquier situación. No le ridiculices. Eso no le ayudará en absoluto. Le hará sentirse inseguro, necesitado de cariño, solitario y sin comprensión.

- No le obligues a afrontar su miedo en solitario. Este es un tremendo error. Nunca obligues a tu hijo a entrar a oscuras en su habitación si no quiere hacerlo. Provocarás un aumento de su ansiedad y contribuirás a alargar ese miedo e incluso a perpetuarlo. Además, el sentimiento de no ser capaz de afrontar la situación no le dejará sentirse orgulloso de sí mismo.

- No le des demasiada importancia. Si cada vez que veas un perro te interpones entre tu hijo y el animal e insistes en que tú le defenderás, el niño acabará pensando que todos los perros son realmente peligrosos y no podrá superar su miedo.

- No ignores, por completo, los miedos de tu hijo. Si así lo haces, el niño se sentirá perdido y solo. No encontrará la forma de enfrentarse al problema y percibirá por tu parte desinterés y falta de cariño y de atención.

No debemos ignorar los miedos de los niños


        Tan importante es saber lo qué hacer que lo que NO se debe hacer en cuanto a la superación del miedo de un niño. Es muy importante que los padres respeten y busquen entender los miedos que tienen sus hijos. Los miedos son inevitables, pero sí controlables si el niño cuenta con la confianza y la ayuda de sus padres y cuidadores.

Consejos para ayudar a tu hijo contra los miedos



- Es muy importante que escuches a tu hijo, permitiéndole que exprese todos sus miedos.

- Habla con él sobre sus miedos e intenta saber qué es lo que le asusta. Réstale importancia, pero sin ignorarlos.

- Transmítele afecto, protección, tranquilidad y confianza. De esa forma, tu hijo te contará siempre sus miedos, podrás ayudarlo a que los supere y crezca más seguro de sí mismo.

- Estimula a tu hijo a expresar sus miedos sin sentirse ridiculizado ni avergonzado. Para eso, es necesario que aceptes los miedos como reales. Háblale por ejemplo de situaciones que te han asustado cuando tú eras pequeña/o y de tus miedos.

- Enfrenta al problema con tu hijo. Cuando él no sea capaz de hacer algo solo, intenta hacerlo con él para que pueda comprobar que no pasa nada. Si por ejemplo, él no quiere entrar a oscuras en su habitación, dale la mano y entra junto con él.

- No pierdas la oportunidad de enseñar a tu hijo como otras personas actúan con confianza en aquellas situaciones que él teme. Si tu hijo ve a otro niño tocar una hormiga puede que le ayude a perder el miedo a los insectos.
- Premia a tu hijo por cada vez que él consiga avanzar en la superación del miedo. Alaba su esfuerzo, sus logros, su valentía y su decisión. De esta forma estarás animándole y dándole más confianza.

- Cuando tu hijo esté pasando por una situación de miedo, trata de distraerle con juegos. Por ejemplo: si el miedo que tiene es de la oscuridad, inventa juegos de espionaje o de busca de tesoros con linternas en una habitación oscura. Y cuando él consiga encontrar el tesoro (imaginario o real), dile lo valiente que ha sido y hazle notar que no ha pasado nada de malo.
- Cuéntale siempre la verdad. A veces es lo desconocido y la falta de información lo que provoca los temores. Si él se asusta con los cuentos de ogros, brujas, etc., dile que todos los personajes no existen en la realidad y que viven solamente en los cuentos, en las películas, etc. Repíteselo muchas veces si es necesario.


Miedos infantiles


Los miedos son sentimientos totalmente normales en los bebés y en los niños


Si tu hijo sufre por algún miedo es muy importante que le transmita tranquilidad, seguridad; y le ayude a superar a sus miedos con mucho cariño y comprensión. De una forma general, los miedos suelen aparecer en niños de edad comprendida entre los 3 y los 6 años de edad. El niño todavía no entiende el mundo que l e rodea y tampoco es capaz de separar lo real de lo imaginario. En los primeros años de vida, el niño conoce la existencia de personajes a través de los cuentos, películas, etc., y a la vez pasa a inventar amigos y personajes imaginarios e incluso situaciones imaginarias.


Los miedos aparecen y desaparecen en los niños


Algunos miedos llegan a ser perjudiciales para el desarrollo del niño, sin embargo hay otros que incluso, pueden hacer que el niño evite algún accidente: Por ejemplo: miedo a cruzar una calle solo, miedo de tirarse de sitios alto, miedo a ciertos animales, etc. Son miedos que enseñan al niño a ser más precavido en situaciones que exigen más cuidados.

Según algunos investigadores, los miedos aparecen y desaparecen y, a veces, sin darnos cuenta de ello. Cambian a la medida que el niño va creciendo. Los niños empiezan a tener miedo a las personas extrañas, a objetos raros, a los ruidos fuertes, a la oscuridad, etc. Luego empezarán a tener miedo a la muerte, a los monstruos, a los ladrones, etc. Muchos de estos miedos se ven inducidos por el ambiente externo como las películas, los cuentos, las historias de los amiguitos y otros están fundados en experiencias negativas en casa o fuera de ella.


Para ayudarle es necesario identificar primero de qué tiene miedo tu hijo


En las situaciones de ansiedad y de miedos en los niños, los padres deben tener muy claro que su ayuda es de fundamental importancia en la superación de tales sentimientos. Los miedos no constituyen un grave problema. De ese modo, lo importante es identificar de qué tiene miedo tu hijo y a partir de ahí, posicionarte a su lado para que juntos superéis ese mal momento.

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"Tal vez está buscando entre las ramas
lo que sólo aparece en las raíces."

Rumi



martes, 13 de agosto de 2013

Sesgos Cognitivos... no nos engañemos pensando que somos dueños de la única verdad absoluta.


Algunos sesgos cognitivos son...

El sesgo de confirmación...
“A nosotros nos encanta estar de acuerdo con los que están de acuerdo con nosotros.”
...eso lleva a que, sin darnos cuenta, hacemos referencia a informaciones que confirman nuestro punto de vista e ignoramos o descartamos cualquier cosa que difiera con nuestro punto de vista.

La Falacia del jugador...

...este sesgo se basa en la creencia de que las probabilidades de que algo suceda cambian dependiendo de los desenlaces recientes.
Por ejemplo, todos sabemos que tirar un dado es un acto completamente aleatorio. Sin embargo, si alguien tira un dado dos veces y ambas veces le sale el número seis, algunos pensarán, “Pues, de seguro que no puede salir seis otra vez,” mientras que otros razonan, “Parece que el seis está de suerte, probablemente salga otra vez.”

No obstante, la realidad es que la probabilidad sigue siendo igual, el seis siempre tendrá una probabilidad de 1:6 para salir, sin importar los resultados anteriores. Mucho aplican este mismo razonamiento falso pensando que experiencias pasadas afectarán acontecimientos futuros.

Otros sesgos serían...

Sesgo retrospectivo o sesgo a posteriori...
...es la inclinación a ver los eventos pretéritos como predecibles.

Sesgo de correspondencia...
...denominado también error de atribución: es la tendencia de hacer excesivo énfasis en las explicaciones fundamentadas, comportamientos o experiencias personales de otras personas.

Sesgo de autoservicio...
...es la tendencia a reclamar más responsabilidad para los éxitos que por los fallos. Se muestra también cuando la gente tiende a interpretar como beneficiosa para sus propósitos información ambigua.

Sesgo de falso consenso...
...es la tendencia experimentalmente corroborada de creer que las propias opiniones, creencias, valores y hábitos están más extendidos entre el resto de la población de lo que realmente lo están.

Sesgo de memoria...
...es un tipo de sesgo cognitivo, el cual puede mejorar o por el contrario desvirtuar las llamadas o peticiones a la memoria. El sesgo en la memoria puede alterar el contenido de lo que hemos recordado y hacernos notificar a los demás hechos que son erróneos.

Es bueno estar consciente de que existen, así no nos engañaremos pensando que somos dueños de la única verdad absoluta.
 

lunes, 12 de agosto de 2013

Descubren por qué unas personas desarrollan Alzheimer y otras no

http://politicas-alzheimer.blogspot.com.es/

TODOS LOS CEREBROS CUENTAN CON LOS INGREDIENTES NECESARIOS PARA PADECER LA ENFERMEDAD
Un grupo de investigadores estadounidenses ha descubierto que cualquier cerebro humano puede desarrollar Alzheimer, pues todos los seres humanos poseen los ingredientes necesarios para padecer la enfermedad.
Agencias | Madrid | Actualizado el 07/08/2013 a las 18:54 horas
Un equipo de investigadores de la Universidad de California-San Diego, en Estados Unidos, ha descubierto un "truco" de la naturaleza que, en la mayoría de las personas, mantiene la separación fundamental entre una proteína y un enzima que, al combinarse, desencadenan la degeneración progresiva y muerte de las células característica de la enfermedad de Alzheimer.
Aunque se podría pensar que los cerebros de las personas que desarrollan la enfermedad de Alzheimer poseen componentes básicos de la enfermedad ausentes en cerebros sanos, esto no es cierto. Cada cerebro humano contiene los ingredientes necesarios para despertar el Alzheimer, pero mientras que un estimado de cinco millones de estadounidenses desarrollan la patología, un número que está previsto que se triplique para el año 2050, la gran mayoría de las personas no lo hacen y no padecería esta enfermedad neurológica devastadora.
"Es como la separación física de la pólvora y su combinación de manera que se evita una explosión inevitable", ha afirmado el investigador principal Subhojit Roy, profesor asociado en el Departamento de Patología y Neurociencias de la Universidad de California y biólogo celular y neuropatólogo en el Centro de Investigación de Enfermedades Shiley-Marcos de Alzheimer. "Saber cómo se separan la pólvora y el fósforo puede darnos nuevas ideas sobre posible detener la enfermedad", ha agregado.
La gravedad de la enfermedad de Alzheimer se mide en la pérdida de funcionamiento de las neuronas. En términos patológicos, hay dos signos reveladores de la enfermedad: grupos de "placas" de una proteína llamada beta-amiloide que se acumulan las neuronas y las fibras externas o "nudos" de otra proteína, llamada tau, que se encuentra dentro de las neuronas.
La mayoría de los neurólogos creen el Alzheimer es causado por los conjuntos de acumulación de proteína beta-amiloide provocando una secuencia de eventos que conduce a la alteración de la función celular y la muerte, y que esta llamada "hipótesis de la cascada amiloide" pone la proteína beta-amiloide en el centro de la patología. La creación de beta-amiloide requiere la convergencia de una proteína llamada precursora de amiloide (APP) y una enzima que se escinde de APP en fragmentos más pequeños tóxicos llamados beta-secretasa o BACE.
"Estas dos proteínas son altamente expresadas en el cerebro -destacó Roy-- y si se les permite combinarse de forma continua, todos tendríamos Alzheimer". Pero eso no sucede. Usando las neuronas del hipocampo en cultivo y tejido de cerebros humanos y de ratón, Roy junto con el primer autor Utpal Das, becario postdoctoral en el laboratorio de Roy y sus colegas, descubrieron que las células sanas del cerebro en gran medida segregan APP y BACE-1 en compartimentos diferenciados en cuanto se fabrican, asegurando que las dos proteínas no tengan mucho contacto entre sí.
"La naturaleza parece haber dado con un truco interesante para separar a los co-conspiradores", ha afirmado Roy. Los científicos también han encontrado que las condiciones que promuevan una mayor producción de la proteína beta-amiloide impulsan la convergencia de APP y BACE. En concreto, un aumento en la actividad eléctrica neuronal, conocido por aumentar la producción de beta-amiloide, también condujo a un aumento en la convergencia APP-BACE.
Los exámenes postmortem de pacientes con enfermedad de Alzheimer revelaron un incremento de la proximidad física de las proteínas, añadiendo apoyo a la importancia fisiopatológica de este fenómeno en las enfermedades humanas. Das ha dicho que los hallazgos tienen una importancia fundamental, ya que aclaran algunos de los primeros eventos moleculares que desencadenan el Alzheimer y muestran cómo un cerebro sano, los evita de forma natural.
En términos clínicos, las conclusiones apuntan a una posible nueva vía para, en última instancia, tratar o incluso prevenir la enfermedad. "Un aspecto interesante es que tal vez podamos seleccionar moléculas que pueden mantener físicamente APP y BACE-1 separadas", ha destacado Das, quien ha reconocido que se trata de un "enfoque poco convencional".

domingo, 4 de agosto de 2013

Las Dos Maneras de Vivir

 

por David Rodríguez Souto

Crecimiento interior

El término "crecimiento interior" puede parecer que hace referencia a un concepto difuso en el que se engloban actividades bastante variadas y heterogéneas, pero si las observamos con cierto detalle vemos que todo gira en torno a un núcleo común, que es importante reconocer para no perderse eternamente en "la feria que rodea al castillo", y que a mí me gusta definirlo de la siguiente forma:

Crecimiento interior: Proceso por el que ganamos en "libertad interior",
es decir en "capacidad de elegir cómo nos queremos sentir".


Los dos componentes de cualquier problema

Ante cualquier situación problemática de la vida en la que nos encontremos, por ejemplo, que nos quedemos sin trabajo, siempre vamos a poder observar al menos dos componentes del problema:

El problema "técnico" en sí, por ejemplo que necesitamos encontrar un nuevo trabajo u otra fuente de ingresos para poder mantener nuestra casa, comprar comida, etc. Y por otro lado:

El "cómo nos sentimos acerca del problema técnico", por ejemplo cómo nos sentimos acerca de habernos quedado sin trabajo.

Normalmente tendemos a pensar que esta segunda parte el "como nos sentimos acerca del problema técnico" es algo secundario, un mero subproducto de "el auténtico problema", que sería en este caso no tener trabajo. Después de todo si alguien nos diera un nuevo trabajo, nuestro malestar emocional desaparecería también ¿no?.


Dos maneras de vivir
 
De todas las filosofías de vida que podemos adoptar, de las que existen, han existido o nos inventemos, finalmente se reducen a básicamente a dos tipos, dos "maneras de vivir", en función de cómo valoramos esas "dos partes del problema" que mencionamos antes.

1. La filosofía del sufrimiento. Entendemos que la causa de nuestro malestar emocional es el problema "técnico". Nos sentimos mal porque hay un problema que tenemos que solucionar y hasta que lo solucionemos no nos sentiremos bien. El problema emocional es una consecuencia del problema técnico, por lo que el sufrimiento está justificado. Si no podemos solucionar este tenemos que resignarnos a sufrir o como mucho a ocultar el sufrimiento, es decir el sufrimiento, o el miedo al sufrimiento, dirige nuestras decisiones. En resumen:

Tenemos que solucionar el problema técnico para volver a sentirnos bien.

2. Filosofía de la consciencia. Entendemos que nuestro malestar emocional está relacionado solamente de manera superficial con el problema técnico actual, ya que dos personas pueden tener el mismo problema técnico y vivirlo emocionalmente de maneras muy distintas, así que el sufrimiento es independiente del problema, por lo que nunca está justificado -aunque pueda ser comprensible. Podemos elegir sanarlo y luego, si queremos, libremente y sin chantajes del sufrimiento, elegir buscar una posible solución al problema. En resumen:

Podemos dejar de sentirnos mal ANTES de solucionar el problema técnico,
y luego ya veremos qué podemos hacer con el problema técnico.



Ventajas de la filosofía de la consciencia.
 
1. Bienestar personal. Dejar de sufrir aunque el problema técnico siga ahí es por sí solo una ventaja evidente, para nuestra salud, nuestra felicidad y la de quienes nos rodean.

2. Eficiencia técnica. Como sabemos tanto por los estudios sobre inteligencia emocional como por lo que nuestra experiencia personal nos dice, cuanto más calmados y desapegados emocionalmente estemos de un problema, más fácilmente podremos encontrar soluciones creativas y eficientes al mismo, del mismo modo que es mucho más fácil encontrar soluciones a los problemas personales de los demás que a los nuestros propios. Al dejar de sufrir es como si calmáramos las aguas turbulentas de nuestras emociones y al aclararse nos permitieran ver con objetividad el fondo del auténtico problema técnico real. Y desde esa posición de claridad, es mucho más fácil comprender el problema y también su solución.

3. Evolución personal. Al sanar el sufrimiento que nos surge por un problema, no solo estamos en disposición de solucionar el problema actual más eficientemente, sino que además se nos brinda la oportunidad de detectar y reparar antiguas heridas emocionales que nos condicionan subconscientemente nuestras decisiones, o pautas de pensamiento limitativas que nos inducen a repetir mecánicamente una y otra vez las mismas situaciones vitales desagradables, permitiéndonos derribar una barrera de sufrimiento y ampliar nuestro campo de consciencia y libertad un poco más. Es por esto que se dice que las crisis son a la vez peligros y oportunidades, ya que cuando aprovechamos para aprender de ellas descubrimos el regalo oculto de liberación que nos brindan.
4. Ventajas éticas y sociales. A poco que uno empieza a observar sus emociones comprende que la fuente de toda violencia hacia otros es el sufrimiento emocional propio y que la fuente de todo amor verdadero hacia otros es el estado de bienestar y paz interior y de amor hacia nosotros mismos. La conocida frase "amarás al prójimo como a ti mismo" no es un mandato de una autoridad divina amenazante, sino el enunciado de una ley vibracional natural, por decirlo así: el estado en que tú estas lo irradias a los que te rodean. La ética no es una cuestión de "deberes y derechos" ni de autoridades que tengan que velar por ellas, sino simplemente de "inteligencia emocional" y leyes naturales de causa y efecto. Si tienes violencia interior que reprimes, para tratar intelectualmente de crear paz exterior, estás luchando contra tí mismo, y en el fondo acabas sin querer colaborando a la violencia exterior. Asi mismo la actitud violenta puede tener un beneficio aparente a corto plazo, pero a la larga siempre perjudica a quien la hace, porque es solo la manifestación del dolor interno de quien la ejerce. Nuestra paz interior es a la vez lo que más nos beneficia personalmente y la fuerza más sólida para ayudar a generar paz exterior.


Inconvenientes de la filosofía de la consciencia
 
Necesidad de la intención y la perseverancia. Dejar de sufrir no es algo que suceda automáticamente, al menos de momento, en la mayoría de las personas, sino que ha de ser una elección consciente y perseverante. Como animales hemos desarrollado evolutivamente tres grandes sistemas de supervivencia: los instintos, las emociones y la mente racional. Evitar el sufrimiento emocional por el medio que sea es un programa automatizado de nuestro sistema emocional que nos ha ayudado a sobrevivir durante milenios, pero como seres humanos en desarrollo que somos estamos ahora anclando un 4º nivel, el nivel de la autoconsciencia, o del "Observador", que permite revisar los limitados programas de otros sistemas para mejorarlos intencionalmente. Cuando en una persona se produce una transformación probablemente biológica que asienta definitivamente este 4º nivel, el proceso de "dejar de sufrir" comienza a funcionar automáticamente. Es lo que en términos místicos se conoce como Iluminación, y seguramente en el futuro toda nuestra especie dé un salto genético que permita que todas las personas funcionen de esa manera de forma cotidiana. Pero hasta que eso nos suceda, existe la necesidad de un compromiso consciente. Claro que esto con el tiempo llega a convertirse en una costumbre y cada vez se va haciendo más fácil circular por el nuevo camino, y el viejo camino poco a poco cada vez te va resultando más extraño y paradójico.

Valor y humildad, para enfrentarnos a nuestros miedos, y para cambiar nuestras maneras de pensar si llegamos a la conclusión de que no son coherentes. Al decidir empezar a funcionar por consciencia en vez de por sufrimiento, es inevitable un periodo de incertidumbre mientras saltamos de un estado a otro, ahí es donde palabras como fé o coraje tienen sentido, tenemos que dar un pequeño -o gran- salto al vacío y confiar en que existe una manera mejor. Esto puede también suceder por conciencia -porque de alguna manera lo sentimos- o también por el azuzamiento del dolor cuando debido a una crisis profunda en nuestras vidas tocamos fondo y decidimos que por ese camino no vamos a ningún lado y nos da igual que nos pueda suceder probando otro camino. Sin embargo el tránsito no tiene que ser necesariamente dramático y la experiencia de todas las personas que a lo largo de la historia han pasado por eso es que lo que te encuentras "al otro lado", no tiene punto de comparación, como si tratáramos de comparar una gruta de llena de plantas con pinchos con un abierto paisaje en un soleado amanecer de primavera. Cuando comenzamos a tener una experiencia de los dos modos de funcionar, comprendemos qué es el infierno y qué es el cielo, y como cada uno generamos uno u otro en nuestras vidas en función de nuestras decisiones.

El poder del ahora
 
Nada justifica el sufrimiento. Ninguna situación en la que estés lo justifica, ni ninguna situación futura o pasada te sacará del sufrimiento. El momento de salir del sufrimiento es Ahora. Si esperas que suceda en el futuro, esperarás siempre. El futuro nunca llega. Y el pasado ya pasó. Si vas a elegir dejar de sufrir hazlo ahora, la situación en la que estás es ideal para dejar de sufrir.


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